A pesar de tener una habilidad pasmosa y un control del balón casi sobrenatural, Ronaldinho Gaúcho, cuya modestia le granjea una gran simpatía, sigue sonrojándose cuando se le equipara con jugadores de la talla de Zico o Pelé. Aunque no busque alcanzar la condición de ídolo que tenían los legendarios brasileños Garrincha, Didi o Vavá, a cada partido que pasa aumenta la sensación de que Ronaldinho podría convertirse en uno de los mejores futbolistas que haya visto nunca el planeta. Ronaldo de Assis Moreira, más conocido como Ronaldinho, nació el 21 de marzo de 1980 en el distrito de Restinga de la ciudad de Porto Alegre, en el Estado brasileño de Rio Grande do Sul. Cuando tenía siete años, su hermano mayor Roberto Assis, un profesional del club local, el Grêmio, lo inscribió en las categorías inferiores del equipo. El astro del Barcelona no ha olvidado nunca la ayuda que le prestó para llegar hasta donde está hoy en día. “Mi mayor héroe es mi hermano. Es un magnífico ejemplo como padre, hermano y futbolista”. Ocho años después, Ronaldinho recibió su primera convocatoria de la selección juvenil, y al cabo de otros dos formó parte del equipo que ganó en Egipto el Campeonato Mundial Sub-17 de la FIFA. El genial brasileño se convirtió en profesional en 1998, y celebró su primer contrato contribuyendo a la victoria del Grêmio por 1-0 sobre el Vasco da Gama, conjunto de Rio de Janeiro. Habría que esperar una temporada más para que la elite futbolística mundial se fijase en Ronnie. En 1999, tras ganar con su equipo el torneo estatal, del que fue máximo goleador, se estrenó oficialmente con la Seleção en un amistoso contra Letonia. En la Copa América de ese año, el veloz ariete ofreció un anticipo muy interesante de lo que estaba por venir mediante un maravilloso tanto en el 7-0 con el que Brasil goleó a Venezuela. En aquella época, cuando la carrera de Ronaldinho estaba empezando a despegar, se le puso el apelativo de “Gaúcho”, utilizado para describir a los habitantes de Rio Grande do Sul y evitar confusiones con el otro Ronaldo, al que muchos brasileños todavía conocían como Ronaldinho. La fama alcanzada por ambos jugadores hace que esa distinción ya no sea necesaria. En 2001, la estrella en ciernes dejó el Grêmio para firmar con el París Saint-Germain francés, después de que ambos equipos pusiesen fin a una prolongada disputa por su traspaso. El fichaje se produjo a tiempo para que Ronaldinho se asegurase un puesto en la plantilla auriverde que participó en la Copa Mundial de la FIFA Corea/Japón 2002, en la que su concurso fue fundamental para el triunfo brasileño. Después de que su país estableciese un nuevo récord al conquistar por quinta vez la Copa Mundial de la FIFA, Ronaldinho regresó al PSG, aunque no permanecería allí mucho tiempo. Si bien había rumores que lo vinculaban con el Manchester United y el Real Madrid, acabó recalando en el Barcelona, que abonó 30 millones de euros para hacerse con sus servicios, una cifra jamás vista antes en el poderoso club catalán. El campeón de la Copa Mundial de la FIFA llegó al Barça en la temporada 2003/04. Tras un renqueante inicio de campaña, una remontada inspirada por Ronaldinho permitió al Barcelona adjudicarse el segundo puesto, por detrás del Valencia. En 2005, el ariete reafirmó su categoría de héroe ante la afición azulgrana al anotar nueve goles y dar innumerables asistencias en la conquista del 17º título de liga de su equipo, que no ganaba desde 1998/99. Ronaldinho es actualmente uno de los rostros más famosos del mundo del fútbol, y ha acumulado una admirable colección de galardones individuales en un espacio de tiempo relativamente corto. En 2005 recibió el Balón de Oro, que otorga la revista France Football al mejor futbolista del año en Europa, y posteriormente puso la guinda a doce espléndidos meses con su segundo premio de Jugador Mundial de la FIFA. En 2006, a meses de su aparición en Alemania, obtuvo una nueva estrella: la Liga de Campeones de Europa con el FC Barcelona. Es técnicamente brillante y un maravilloso regateador, cualidades que lo convierten en titular indiscutible con la selección brasileña de Carlos Alberto Parreira que competirá en la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006. Aun con todo su éxito, Ronaldinho admite: “Antes pensaba siempre en cosas extrañas, era un auténtico soñador. En el Mundial de 1994 vi sonreír a Romário y pensé: ‘Yo quiero ser así’. Luego, cuando Ronaldo fue elegido mejor jugador del mundo, quería ser igual que él...”. Las palabras del carismático brasileño demuestran una cosa: a veces los sueños se hacen realidad.
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